Las Enseñanzas originales de Jesús el Cristo/Patriotismo PatriotismoLa palabra patriotismo proviene del greco-latino pater (padre). Este término designa el sentimiento de pertenencia a alguna comunidad social: familiar, tribal, nacional, estatal, religiosa u otra. Cuanto más primitivo sea el ambiente social, características menos significantes son usadas para dividirse y asociarse, lo que produce mayor conflicto en tal ambiente. Atizar ideas patrióticas en grandes asociaciones nacionales o religiosas puede dar por resultado un aumento de los ánimos nazistas (fascistas). Estos últimos cautivan a aquella parte de la sociedad que está inclinada a la agresión y compuesta de las personas menos desarrolladas en su evolución. Si unos líderes diabólicos fuertes se ponen al frente de las masas primitivas, excitadas con ideas del fascismo, entonces pueden producirse las grandes guerras con el fin de destruir o esclavizar a las naciones consideradas «deficientes» (o calificadas con epítetos similares) y tomar sus riquezas y sus tierras. En otros casos las ideas de patriotismo pueden usarse para defenderse de la agresión o liberarse de la ocupación. Con todo, el patriotismo más alto es percibir a Dios Padre como el Jerarca Superior y a Su Creación, o incluso al universo, como nuestra patria. En este caso todas las personas y otros seres encarnados y no encarnados son considerados como miembros de una familia de hermanos y hermanas de diferentes edades, los hijos del Único Dios Padre, Quien ama a todos. Y éste realmente es el caso; ésta es la situación real en el universo. No obstante, las personas que están contagiadas con egoísmo y maldad y cegadas por la sed de cosas terrenales no pueden entenderlo. Y muy a menudo hay una «mayoría abrumadora» de tales personas. En todas las naciones que Jesús visitó, Él predicó la idea del Teocentrismo, patriotismo, donde el Pater es Dios Padre. El Evangelio La Vida de San Issa, el Mejor de los hijos de los hombres da una idea sobre Sus homilías en la India y Persia. Por ejemplo, Él dijo a los hindúes: « (…) Existe (…) sólo Él, Único, Quien quiere y crea; Él ha existido desde la eternidad y Su existencia no tendrá fin. Él no tiene igual ni en el Cielo ni en la Tierra. El Gran Creador no ha compartido Su Poder con nadie, (…) Él es el Único Que posee la Omnipotencia. Él lo quiso y el mundo apareció. Con un pensamiento Divino, Él juntó las aguas y separó de éstas la porción seca del globo. Él es la causa de la vida misteriosa del hombre (…). El Eterno Legislador es uno; no hay ningún otro dios más que Él. Él no ha dividido el mundo con nadie ni tampoco conversa con nadie sobre Sus intenciones» (La Vida de San Issa, 5:16-18; 6:10). Él predicó lo mismo a los zoroastrianos en Persia: «No es de un nuevo dios que Yo hablo, sino de nuestro Padre Celestial, Quien existe desde antes del comienzo de todo y Quien existirá aun después del fin (de esta Creación) (…). Él es Dios del Bien, Que, como el padre de una familia, no hace sino el bien a Sus hijos, perdonándoles todas sus faltas si ellos se arrepienten. »(…) A Él es a Quien ustedes deben dirigirse para ser consolados en sus dolores, ayudados en sus obras y curados de sus enfermedades. Cualquiera que recurra a Él no será rechazado. Cuando ustedes quieran dirigirse a Él, vuélvanse de nuevo como niños (…)» (8:6,17-18; 11:13,15). Lo mismo fue enseñado por Jesús en Judea, donde Él aconsejó a las personas que amaran al Padre Celestial y se percibieran como Sus hijos. El apóstol Pablo también expresó la misma idea: «Yo doblo mis rodillas ante el Padre (…) de Quien todo se denomina como patria en el Cielo y en la Tierra (…)» (Efesios 3:14-15). * * * Si miramos desde la profundidad del espacio multidimensional hacia la Tierra, ella se parece a un huevo de gallina sin cáscara, sumergido en un transparente líquido-luz que brilla con ternura. Las «capas albuminosas» alrededor de la «yema» son niveles del Espíritu Santo. Y en lo profundo debajo de éstas, está el substrato en el cual Él nos puso para que podamos crecer y madurar hasta la etapa en la cual seamos capaces de verlo, de enamorarnos de Él, de tratar de alcanzarlo y de unirnos con Él. ¿Por qué entonces estamos enemistados unos con otros en lugar de dirigir toda nuestra atención hacia Él, nuestro Padre Celestial, el Propósito de cada uno de nosotros?
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